Cuando me quedo a solas con mi oadrastro, la tensión entre nosotros se vuelve irresistible y nos dejamos llevar por deseos prohibidos que nos consumen. En un momento de pasión desenfrenada, sus manos exploran mi cuerpo con audacia, y siento cómo sus dedos se deslizan dentro de mí, provocándome un torbellino de sensaciones intensas. La excitación crece hasta que él, incapaz de contenerse, libera todo su semen dentro de mí, sellando nuestro encuentro con una mezcla de placer y entrega total. Cada instante está cargado de una química ardiente que nos envuelve y nos hace olvidar el mundo a nuestro alrededor

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